martes, 10 de agosto de 2010

Lo que me sale del corazón (metrial creado por su servidor en diferentes momentos)

Cosas del corazón

Aunque en su pecho se alojaba un sentimiento de malestar por la impotencia que le causaba su realidad, él siempre encontraba la manera de mostrarle a ella un mundo hermoso y así dibujarle una sonrisa en su bello rostro, aún cuando siempre él se reprochaba esto pues carecía de sentido común mas él nunca intento entender a su corazón sólo lo obedecía ciegamente.

¡Quiero!

Quiero encontrar los ojos que me permitan perderme en su brillo bajo el cielo de de la noche en primavera, voy pidiendo a tu embrujado cada madrugada mientras el silencio se hace mi amigo mejor ponderado, en fin quiero reencontrarte y no dejarte escapar nunca.

Quiero traerte hasta en mis noches heladas para combatir con tu dulzura, tu calor, tu sonrisa el gélido anochecer que me acecha y así demostrar que la distancia y mucho menos los atentados terroristas pueden derrumbar esta historia marcada por un sentimiento muy puro y verdadero.

El niño quiso crecer

Con el corazón de un niño que está aprendiendo a querer él se lanzó a una aventura cargada de caminos duros y difíciles pero en los cuales deseaba sentir lo que nunca había estado dentro de su pecho, quería conocer cómo eran los desvelos con motivo de un beso que no llegó, una caricia que se quedó corta y un amor que corría con cada adversidad, y en aquella aventura el niño se hizo adulto en una noche muy especial.

En la noche

Él todas las noches la dibujaba a ella en sus sueños y en sus fantasías, las cuales se llenaban de ardiente pasión al verla entrar por el portal de la imaginación, así repetía un encuentro cargado de pasión, lujuria y amor cada vez que la luna se apoderaba de sus sueños, ella que incrédula dudaba de su amor un día no tuvo más remedio que dejarse llevar por lo que su amado le decía para así entonces sentir la experiencia mas maravillosa del universo que no fue otra que la de hacer el amor con la persona que se ama, desde aquel día ella jamás volvió a dudar de las palabras de aquel joven que llamaban sol.

Dejó

Una noche sin estrellas ni luna muy difícilmente la llamamos noche, un atardecer larense sin el crepúsculo que lo adorne deja de atardecer para un larense y su amor cuando no encontró reciprocidad en el de su bien amada dejó de ser amor para convertirse en algo inefable.

Lo salvaje

Quiero ir buscando lo salvaje, lo dulce, lo hermoso, lo pasional, lo que me roba el aliento, lo que me saca sonrisas en fin te quiero acá conmigo, en la cercanía donde se confunden nuestras respiraciones entre la brisa que nos da en la cara y donde el cielo nos arropa las ganas convirtiéndose en nuestro principal y más discreto cómplice.

Mi dueña

He pasado mares y desiertos para encontrarte y ahora que estás acá conmigo no voy a permitir que te me vayas como sal y agua entre los dedos, entiende mi bien amado que para mi eres todo, fuiste tú quien me enseñó a llorar de felicidad y sosegarme con verme reflejado en tu mirada y absorber el brillo de tu sonrisa. Así confesó él al encontrarla en el banco de una plaza urbana.

La mujer

La que llena los corazones con una noble sonrisa eres tú mujer de acero, has sido hija, madre y has sido amiga con el sabor de tu café me quiero despertar siempre y con el susurro de tu bendición quiero despedir las noches frías. Gracias por regalarme la vida y brindarme tu compañía y por eso en esta noche quiero mandarte un beso con la estrella que despide el día.

Estos pequeños textos son propiedad exclusiva de Domingo Lameda.

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