viernes, 13 de agosto de 2010

El camino de la igualdad

El camino de la igualdad


Caminar para él no era algo forzado, pues todos los días emprendía su recorrido en busca de fortalecer sus ganas de ver un mundo cargado de vida, justicia, igualdad y eso que algunos puristas llamaban amor. Él un joven de alma enérgica y movido por las pasión de su corazón se atrevía a desafiar el más grande de los ejércitos o el más potente de los cañones para defender sus ideales y dejar bien clara su posición ante la vida que golpea, que está cargada de desigualdades y momentos de momentos jodidos que le hacían replantearse todo lo vivido y pensar bajo la sombra de un árbol que encontraba a lado del camino si lo que hacia estaba correcto o no, y en aquellos momentos de reflexión era cuando más seguro se mostraba de sus convicciones e ideales, ya que confiaba ciegamente en estar peleando una batalla complicada pero que era la única manera de hacer un mundo algo más humano y menos desleal .

Un día en una de sus travesías encontró un viejo con la mirada algo cansina el caballero y la frustración de mil generaciones en su rostro marcado por los golpes de un mundo que apura y desangra a los desprotegidos, él se le acercó para tratar de dibujar una sonrisa en aquel hombre viejo, y le pregunta.

- ¿Por qué esa cara compañero?, el viejo con vos tenue y entristecida contesta

- ¡Carajo! Chavalo es que no conozco otra forma de mirar este mundo.

-¿Me le paso algo abuelo?

-¡Me pasó de todo carajito! Me pasa que el pobre se muere pobre, porque trabaja toda la vida para el patrón que nunca se acerca a mirar que le falta a uno en el rancho, por eso hoy enterré a mi vieja, porque no tuve ni un medio partido por la mitad para llevarla al doctol y cuando le dije al patrón pa´ que me ayudara me contesto “Debes terminar de recoge el café pa´ podelte ayudal con eso de tu mujé” y fíjese mi mujé no aguanto y se me murió.

En ese momento una perla de llanto rodó lentamente por la piel arrugada de la cara del señor, él en un gesto de amor por su igual se acerco lo abrazo como un hijo lo haría en ese momento con su padre, saco de su bolsillo unos billetes y unas cuantas monedas que cargaba y le dijo:

-Tome pariente, no sé para que le pueden servir ahora, pero sé que las necesita más que yo.

Luego de aquel momento que le puso el corazón del tamaño de unas de las monedas que le había dejado al viejo en el camino siguió su camino, en el cual trataba de entender el por qué de aquellas cosas, que parecían sacadas del peor de los cuentos de terror.

En la madrugada de aquella noche con la oscuridad de cobija, las estrellas de lámparas y la luna de testigo se juro luchar hasta no poder más para cambiar un poco la realidad que se encontraba su país, a la mañana siguiente llego a su casa, tomo de su cuarto algunas ropas y libros, miró fijamente a sus padres y les dijo: - Papá, Mamá me marcho a cambiar el mundo, tal vez hoy no me entiendan pero lo hago para que sus nietos y bisnietos tengan un mundo mejor para vivir mañana y que su muerte y la mía propia tenga un final más digno.

Así comienza el camino de cualquier guerrillero que camina, pelea y lucha por el amor.

Domingo Lameda

No hay comentarios:

Publicar un comentario